marzo 21, 2011

Equi(ni)dad de género.

Lo mejor de dos mundos. En este blog ya se había hecho una pequeña reflexión acerca de la magnífica suerte del centauro, que conservó la humanidad de la cintura para arriba -donde el hombre concentra todas sus virtudes intelectuales- y la equinidad de la cintura para abajo, gozando ciertos atributos animales que le facilitaron la vida social.

Aquella reflexión, sin embargo, sólo sirvió para hablar de ese otro ser mitológico que no tuvo tanta suerte: el humano con torso y cabeza de caballo. Gracias a los dioses se extinguió.

A continuación, una serie de reflexiones más profundas acerca de estos magníficos ejemplares de la destreza divina.

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Hasta entre los centauros hay razas.

Todas las guerras son, en mayor o menor medida, un conflicto racial. Eres blanco, negro, amarillo, rojo, judío, árabe, comunista o teísta. Cada elección espiritual, cada centímetro de la Tierra, cada espermatozoide, determina tu raza.

Ahora imagina que la mitad de tu persona es un caballo. ¡Carajo, la cantidad de razas se multiplica exponencialmente! Aquí tienes un asiático-percherón, allá un ario-azabache, por acá un judío-cuarto-de-milla. Los esquemas anatómicos que muestran al centauro clásico, tranquilo, mirando al horizonte desde su desnudez son una idealización, la realidad es mucho más nutrida, complicada y rica.





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No se ha escrito lo sufieciente acerca de los centauros.

No sabemos cómo es su vida diaria, sus pasos cotidianos en el mundo. Nietzsche y Sartre directamente se darían un balazo. Su problemática existencial es doble en cada caso, en cada momento. Como personas deberíamos conocer el día a día de los centauros, con la finalidad de lograr empatía con ellos (o al menos con la mitad de cada uno de ellos) en lugar de odiarlos.

La elección de alimentos, por ejemplo. ¿Hay que ser vegetariano? ¿En un restaurante de centauros se podría pedir un Rib-eye con guarnición de alfalfa? ¿Hay mesas y sillas? (No olvidemos que la parte "erectus" que acompaña siempre al "homo" desde que es hombre, dificulta la digestión si hubiera que agacharse hasta el suelo para comer).

Me dan calos fríos sólo de pensar en los baños. ¿Habrá?

La cama. Una especie de litera a buena altura, empotrada a la pared y "volada", que sólo sostiene la mitad del cuerpo en posición horizontal, dejando que las cuatro patas sigan de pie. Sí, así ha de ser.

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Quedan pocos, pero siguen aquí.

Son perseguidos, pero no son belicosos. Son pacíficos orillados a la vida marginal (sobre todo los mitad-judío-mitad-pony). Algunos, los "paterfamilias", se hacen contratar ilegalmente en diversos comercios y se ganan la vida sirviendo cafés, buscando libros en las bibliotecas, vendiendo (oh, tragedia) carne de otros animales al insensible ser humano. Todos los lugares con un mostrador son sitios propicios para el trabajo de un centauro.



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Problemática del acoso homo-hípico-sexual.



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Situación en el área de Maternidad.




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Hipocondria Esquizofrénica.

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