Regresaron las encuestas al blog. En este caso, una muy reflexiva. Y aunque la participación ciudadana -término en boga (en boga de todos)- no fue particularmente abrumadora, los votos que hemos recibido (estoy usando el "royal we") nos llevarán inevitablemente a convertir el blog en un blog de filosofía analítica.
En parte me siento mal por volver a mis raíces ya negadas varias veces, hasta en el nombre de este blog. Pero la democracia es la democracia, y aunque no creo en ella (¿quién vota por que la democracia no sirve?), nos rige autoritariamente (..!).
Pero antes de despedirme del glamour del blog desenfadado y comenzar a ahondar en el siguiente tema ("La noción de 'oración verdadera' desde la óptica de Donald Davidson, una reflexión"), quiero escribir una última entrada quejándome de lo que tengo de moda odiar en estos días: la publicidad.
Alguna vez habrán visto las famosas carteleras de librerías Gandhi por las calles. Sencillas, amarillas, tipográficas. Como éstas:
Por dios. Las odio y odio a todos los idiotas que las consideraban buenas. Todas las ejecuciones se basan en el estúpido argumento de ofender a la gente para ver si así me compra. Hay que ser idiota para intentar vender libros (o plantas o teléfonos o mierda) insultando a la gente. A lo mucho se podría llegar a vender libros de autoayuda haciendo sentir mal al consumidor. Buy me out of anger.
Además, la actitud, el espíritu de la campaña, alimenta la idea de que tener cierta cultura te da derecho a ser arrogante. Cultiva la soberbia intelectual (un concepto que debería ser un oxímoron).
Pero lo peor de todo, es que la redactó una persona que trabaja en una agencia de publicidad. Hermano, eres redactor (o creativo o como te hayas puesto en tu tarjetita), ¿qué sabes de literatura? Leer cómics no es propiamente leer... si estuviera en Estados Unidos, estaría diciendo "Dude!"; pero como estoy en México, sólo diré: "man!"
Walter Sobchack le diría a este sujeto: "Your'e beeing very un-Gandhi, man".
En fin, me queda el gusto de que incluso dentro del gremio de publicistas con tenis de colores esta campaña es percibida cada vez como peor. Y que cuando fue más comentada, sólo aspiró a premios publicitarios. Es decir, a premios de esos que sólo los publicistas (0.1% de la población mundial) consideran importantes.
Si alguna vez llegas a este blog, redactor de Gandhi, considera esta propuesta como una opción:
3 comentarios:
¿Renuncio a la lectura, pues?
Sabía que llegaría el momento en que disentiría de tus opiniones. Éste es el momento. Me fascinan los anuncios y las frases publicitarias de Gandhi casi tanto como la publicidad de Palacio de Hierro. Sea como fuere, cada vez compro menos libros y menos ropa (próximamente andaré desnuda, incluso de cultura). Sí, las frases de Gandhi son ofensivas, pero no más que lo que una persona corriente escucha en el metro o, digamos, en un congreso de actualización para docentes. Eso sí que es ofensivo, caray.
En resumen: los anuncios de Gandhi no me gustan por efectivos (bleagh por eso), sino porque me hacen reír con algo bien simple.
A pasarla bonito. Todavía me debes unos tacos.
mmm
Yo no creo que los anuncios de gandhi sean ofensivos. Creo que son realistas. Y por eso funcionan (si funcionan): porque hay identificación entre el público y el anuncio. Además la campaña va más allá de los billboards: está esa bolsa que dice "Haz como él: lléname de libros" y los separadores jugando con la tipografía y los apellidos de varios escritores famosos.
A fin de cuentas lo que importa es que la gente compre libros (y eventualmente los lea), ¿no? Y si gandhi está vendiendo más libros con esta campaña... ¿es mala?
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