"Esa noche entre tus brazos caí en la trampa.
Cazaste al aprendiz de seductor."
José José
El mismo Dios amenazó a los israelitas con la obligación de comer humanos si se atrevían a desobedecer sus leyes.
Ser un caníbal no es una condición elegida, fácil de sobrellevar ni mucho menos divertida. Más allá de la dificultad para cazar a las presas, los problemas de colesterol elevado, obesidad e incluso la predisposición a la diabetes mellitus son sólo algunas de las preocupaciones con las que un caníbal cualquiera tiene que lidiar todos los días.
Muchos se imaginan que la vida de un caníbal cuando no está sentado a la mesa puede ser de lo más normal. Nada más alejado de la realidad. Un caníbal se levanta en la mañana y tiene que meterse en una oficina llena de colegas que son, en realidad, su potencial cena del jueves por la noche. ¿Podéis imaginar un día en vuestra oficina si en lugar de jefe tuviésen una pizza humeante y sentado a un lado suyo estuviera un filete de 83 kilogramos tecleando en el ordenador?
Cuando conocí a Francisco X., a quienes sus amigos más cercanos conocían como Taco (no Paco), me esperaba recluído en un rincón de su habitación. Su cuerpo, cadavérico, dejaba entrever que el muchacho llevaba varios días ingiriendo sólo líquidos, a saber, orina y sangre humanas.
"Optar por el vegetarianismo fue una decisión complicada", me dijo. "No sólo la tomé por cuanto la consecusión de mi alimento diario era severamente cuestionada por las autoridades de mi comunidad, sino más bien por consideraciones alrededor de mi estado físico".
Un día regresó del laboratorio con los resultados de una química sanguínea de 23 elementos bajo el brazo, dentro de un sobre. Al llevarla con su doctor, el rostro con el que el galeno examinó el documento le hizo saber que algo andaba mal. El joven caníbal estaba al borde de la aterioesclerosis. Sus niveles de colesterol y de ácido úrico estaban por las nubes. "Y era entendible -me dijo- no somos vampiros europeos que pueden andar seleccionando a las víctimas más esbeltas y bien alimentadas. En Centroamérica la cosa es más complicada". Es sabido que la buena alimentación de un caníbal no depende sólo de él, sino también de los hábitos alimenticios de sus víctimas.
Y ese mismo día, al caer la noche, después de refinarse un pozole de pierna, decidió convertirse al vegetarianismo.
Guardemos una pausa, querido lector, para reflexionar acerca de las consecuencias de una decisión alimenticia que, para el joven Taco, fue más bien una decisión existencial.
(Pausa textual)
Eso sí... Eso no... Aquello, quizá... Hum, eso definitivamente es un punto interesante para la reflexión.
Excelente. Gracias por el ejercicio, querido lector.
Ahora publicaré, por primera vez, un fragmento de la nueva dieta que Francisco ostenta orgulloso en su refrigerador, sujetada no sin ironía por dos imanes con formas de fémur y costillas BBQ, respectivamente.
- Palmitas a la plancha.
- Plantas revueltas con hongos.
- Tallo (cerebral) en escabeche.
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