Sales a la calle con un billete de doscientos pesos dispuesto a comprar cigarrillos. Entras al Oxxo y pides unos Cámel. Pagas y la dependiente te pregunta rigurosamente si traes cambio. Tú respondes metódicamente que no. Ella no lo necesita, tú sí lo traes, no importa, es sólo la función fática del lenguaje. Ambos tienen que decir lo que dijeron, a eso se dedican.
Sales del Oxxo y ofreces una moneda a un borracho que te la pide. Tal vez no sería pobre si no bebiera tanto, pero tú sabes qué bonito es beber y se la das. No se acuerda de agradecértelo y por un momento piensas que deberías volver atrás y pedirle de vuelta la moneda. No lo haces.
Caminas media cuadra más y te dirijes a esa junta donde te van a presentar a tu nuevo jefe. Al momento de recordarlo, llegan de ninguna parte y simultáneamente dos impulsos eléctricos que el cerebro decide que los sientas en la sien y en el estómago, respectivamente. Interpretas la causa: el impulso que sentiste en la panza quiere recordarte lo mucho que te molestan las juntas de trabajo; el de la cabeza, que hace falta bolear tus zapatos porque usaste el metrobús.
Te sientas en el banquito del bolero y tarareas un bolero. Pagas con las monedas con las que no pagaste tus cigarros. Te quedan ciento setenta y cinco pesos en la bolsa. Un billete de cien, uno de cincuenta, dos monedas de diez y una de cinco.
No has desayunado. Compras un jugo y un sándwich. Se te cruza una señora que te dice que la acaban de asaltar y que tiene que volver a Atlacomulco, pero que no tiene dinero para el boleto de autobús. Te compadeces aunque sabes que ni una palabra de la que te acaban de decir es verdad, pero piensas en el juicio final y le das veinte pesos.
Se acerca una mujer con un bote de la Cruz Roja que dice "¿Y a la Cruz Roja quién le ayuda?", recuerdas que una vez el primo de un amigo tuvo que pedir una ambulancia. Les das diez pesos más. Te quedan ciento veinticinco.
Faltan seis cuadras para llegar al edificio de la junta, pero tienes muchas ganas de orinar y decides entrar al baño de una gasolinería. Te cobran cinco pesos y te dan dos cuadritos de papel. No los usas pero los guardas porque te costaron cinco pesos. Más adelante los usarás para limpiar tu saliva de la laptop de un compañero al que le estornudaste el monitor porque había incienso encendido cerca de ahí, aunque todavía no lo sabes.
Llegas al edificio y le das diez pesos a un señor que toca tres notas en una trompeta con intervalos de silencio que duran cinco segundos. Tienes ciento diez pesos en la bolsa.
Sales de la junta y, como no te dieron ni agua, tienes que comprar un Gatorade. El Gatorade cuesta veinte pesos, no lo puedes creer. Es demasiado tarde ya para tomar el Metrobús y tienes que tomar un taxi. Te cobran noventa pesos porque había mucho tráfico.
Llegas a tu casa y te revisas las bolsas. Tienes tiquets de compra pero no tienes ya dinero. Si no vivieras en el DF, sino en Indiana, y si llevaras guardando tu cambio por trece años y si te llamaras Paul Brant, ya habrías comprado una RAM CHARGER.
marzo 18, 2008
FOBIOSOFIA / Top (y bottom) 10 de los inventos viales
Las autoridades de México, uno de los países con peor vialidad del continente, se esfuerzan año con año por resolver los diversos problemas que llegaron con la industrialización del automóvil.
Topes, avisos, parquímetros, líneas en el pavimento, puentes y un sinnúmero de artificios y señalamientos atentan todos los días contra los principios básicos del sentido común en un enfermo afán por mejorar la vialidad de caminos y carreteras.
En un estudio preliminar y poco serio, se concluyó que los siguientes ejemplos constituyen el Top 10 de los inventos para hacer más fluida y más segura la circulación de vehículos en nuestro país. Por supuesto, todos estos inventos tienen aristas inconvenientes que los convierten simultáneamente, en una situación paradójica que sólo puede pasar en territorio azteca, en el Bottom 10 de los inventos para hacer más fluida y más segura la circulación de vehículos en nuestro país.
10.Señalización de vados en carretera.
A 130 kilómetros por hora un vado en la carretera puede resultar fatal. Las autoridades optaron por señalizar los vados en lugar de repararlos. La existencia de vados en la carretera caricaturiza la simultánea presencia de señalamientos a pocos metros de ellos. Más que un aviso precautorio, es un aviso de accidente próximo.
9.Caseta de Telepeaje.
Trate usted, amable lector, de regresar al DF, digamos, de Acapulco, un domingo de puente a las 7 de la noche. Si lo logra en menos de 7 horas, yo mismo me encargaré de que la reina de Inglaterra agite una bandera a cuadros cuando usted se incorpore a Insurgentes Sur. Eso sí, ahora hay casetas de Telepeaje en las que usted puede evitar la cola si es precavido y paga con antelación la cuota. Estas casetas son un gran invento, el noveno mejor en la historia. Ahora bien, la cuestión de que todos los autos, los que realizaron el prepago y los que no lo hicieron, circulen por los mismos dos únicos carriles durante los 350 kilómetros antes de llegar a la última caseta, dificulta que la agilidad vial predicha por los creadores de este proyecto sea real. Un pequeño error de previsión le pasa a cualquiera. Por eso también es el noveno peor invento en la historia de la vialidad mexicana.
8.Ampliación de carriles en Viaducto.
Cuando hace muchos años se anunció que en el Viaducto Tlapan ya no habría sólo dos carriles, sino tres, la gente se puso muy contenta. El proyecto se anunció como "una ampliación de los carriles de Viaducto". De inmediato se colocó en el octavo lugar de los inventos viales mexicanos. Sin embargo, lo que realmente sucedió es que se borró la línea del suelo que delimitaba los dos carriles. En su lugar se colocaron dos líneas que delimitaban ahora tres carriles. El resultado final fue que, aunque se amplió el número de carriles, se redujo su tamaño. Fue lo contrario a lo anunciado: una reducción de los carriles de Viaducto.
7.Calzada de la Viga y Calzada de las Torres.
Después del grave error de convertir la Calzada de La Viga en una amplia calle de un sólo sentido en lugar de los dos que tenía antes, las autoridades decidieron compensar haciendo lo mismo, pero en sentido contrario, con la Avenida de Las Torres. Ambas vialidades cuentan con tres carriles de cada lado del camellón central y, todos, tienen el mismo sentido. La Viga está en el Bottom 7. Su némesis, Las Torres, es, por tanto, el Top 7.
6.Túnel de Santa Fe a Auditorio.
Este invento todavía no existe en la realidad, pero ya se menciona en el currículum de Marcelo Ebrard. Se trata de la crónica del peor fracaso vial anunciado. El túnel desembocará, por ambos lados, en zonas de tránsito intenso, lo cual, obviamente, provocará un tránsito intenso en el interior del túnel. En lugar de estar dos horas atrapado en el tráfico, ahora estaremos dos horas atrapados en el tráfico, pero respirando hidrocarburos por debajo de la superficie.
5.El aviso de velocidad máxima.
Perfecto para prevenir accidentes. Era el quinto mejor invento de la historia del civismo vial. El que nadie le haga caso y que eso no tenga consecuencia legal alguna, lo convierte en el quinto peor.
4.Ciclopista.
Por fin, un lugar seguro para salir a andar en bici con la familia. Claro, hasta que se llega a una de las subidas que ni Lance Armstrong aguanta. El cuarto mejor invento en el papel, el cuarto peor en la realidad.
3.Círculos de "tortugas".
A este invento decidimos colocarlo en el tercer lugar porque se ve muy bonito en el piso de los cruces importantes de avenidas en el DF. Pero es también el tercer peor invento porque nadie ha logrado descifrar para qué sirve.
2.Metrobús.
Nunca una decisión gubernamental ayudó tanto a la vialidad de una avenida importante como el Metrobús. Hacer un carril exclusivo para el transporte público en, nada más y nada menos que Insurgentes Sur, es una decisión difícil. Sacar 4600 peseras que circulaban por ahí diariamente y prohibir las vueltas a la izquierda es una decisión peligrosa, pero valiente. Colocar únicamente 98 autobuses a circular por ahí es, francamente, estúpido. Una vez osé viajar en Metrobús con chanclas y me pisaron 3 veces con fuerza suficiente para provocar una lesión, 6 para provocar dolor intenso y 25 más para provocar molestia y enfado. Sólo recorrí dos estaciones. Por su eficiencia teórica y su insuficiencia práctica, es el Top y Bottom 2.
1.Taxi Ecológico.
Mi favorito. Qué mejor que ayudar a la ecología del país convirtiendo los taxis amarillos y feos en "taxis ecológicos". Y qué mejor manera de engañar a la población que únicamente pintarlos de verde y decirles a todos que ya son, efectivamente y por esa sola razón, ecológicos. Bravo, número 1.
Topes, avisos, parquímetros, líneas en el pavimento, puentes y un sinnúmero de artificios y señalamientos atentan todos los días contra los principios básicos del sentido común en un enfermo afán por mejorar la vialidad de caminos y carreteras.
En un estudio preliminar y poco serio, se concluyó que los siguientes ejemplos constituyen el Top 10 de los inventos para hacer más fluida y más segura la circulación de vehículos en nuestro país. Por supuesto, todos estos inventos tienen aristas inconvenientes que los convierten simultáneamente, en una situación paradójica que sólo puede pasar en territorio azteca, en el Bottom 10 de los inventos para hacer más fluida y más segura la circulación de vehículos en nuestro país.
10.Señalización de vados en carretera.
A 130 kilómetros por hora un vado en la carretera puede resultar fatal. Las autoridades optaron por señalizar los vados en lugar de repararlos. La existencia de vados en la carretera caricaturiza la simultánea presencia de señalamientos a pocos metros de ellos. Más que un aviso precautorio, es un aviso de accidente próximo.
9.Caseta de Telepeaje.
Trate usted, amable lector, de regresar al DF, digamos, de Acapulco, un domingo de puente a las 7 de la noche. Si lo logra en menos de 7 horas, yo mismo me encargaré de que la reina de Inglaterra agite una bandera a cuadros cuando usted se incorpore a Insurgentes Sur. Eso sí, ahora hay casetas de Telepeaje en las que usted puede evitar la cola si es precavido y paga con antelación la cuota. Estas casetas son un gran invento, el noveno mejor en la historia. Ahora bien, la cuestión de que todos los autos, los que realizaron el prepago y los que no lo hicieron, circulen por los mismos dos únicos carriles durante los 350 kilómetros antes de llegar a la última caseta, dificulta que la agilidad vial predicha por los creadores de este proyecto sea real. Un pequeño error de previsión le pasa a cualquiera. Por eso también es el noveno peor invento en la historia de la vialidad mexicana.
8.Ampliación de carriles en Viaducto.
Cuando hace muchos años se anunció que en el Viaducto Tlapan ya no habría sólo dos carriles, sino tres, la gente se puso muy contenta. El proyecto se anunció como "una ampliación de los carriles de Viaducto". De inmediato se colocó en el octavo lugar de los inventos viales mexicanos. Sin embargo, lo que realmente sucedió es que se borró la línea del suelo que delimitaba los dos carriles. En su lugar se colocaron dos líneas que delimitaban ahora tres carriles. El resultado final fue que, aunque se amplió el número de carriles, se redujo su tamaño. Fue lo contrario a lo anunciado: una reducción de los carriles de Viaducto.
7.Calzada de la Viga y Calzada de las Torres.
Después del grave error de convertir la Calzada de La Viga en una amplia calle de un sólo sentido en lugar de los dos que tenía antes, las autoridades decidieron compensar haciendo lo mismo, pero en sentido contrario, con la Avenida de Las Torres. Ambas vialidades cuentan con tres carriles de cada lado del camellón central y, todos, tienen el mismo sentido. La Viga está en el Bottom 7. Su némesis, Las Torres, es, por tanto, el Top 7.
6.Túnel de Santa Fe a Auditorio.
Este invento todavía no existe en la realidad, pero ya se menciona en el currículum de Marcelo Ebrard. Se trata de la crónica del peor fracaso vial anunciado. El túnel desembocará, por ambos lados, en zonas de tránsito intenso, lo cual, obviamente, provocará un tránsito intenso en el interior del túnel. En lugar de estar dos horas atrapado en el tráfico, ahora estaremos dos horas atrapados en el tráfico, pero respirando hidrocarburos por debajo de la superficie.
5.El aviso de velocidad máxima.
Perfecto para prevenir accidentes. Era el quinto mejor invento de la historia del civismo vial. El que nadie le haga caso y que eso no tenga consecuencia legal alguna, lo convierte en el quinto peor.
4.Ciclopista.
Por fin, un lugar seguro para salir a andar en bici con la familia. Claro, hasta que se llega a una de las subidas que ni Lance Armstrong aguanta. El cuarto mejor invento en el papel, el cuarto peor en la realidad.
3.Círculos de "tortugas".
A este invento decidimos colocarlo en el tercer lugar porque se ve muy bonito en el piso de los cruces importantes de avenidas en el DF. Pero es también el tercer peor invento porque nadie ha logrado descifrar para qué sirve.
2.Metrobús.
Nunca una decisión gubernamental ayudó tanto a la vialidad de una avenida importante como el Metrobús. Hacer un carril exclusivo para el transporte público en, nada más y nada menos que Insurgentes Sur, es una decisión difícil. Sacar 4600 peseras que circulaban por ahí diariamente y prohibir las vueltas a la izquierda es una decisión peligrosa, pero valiente. Colocar únicamente 98 autobuses a circular por ahí es, francamente, estúpido. Una vez osé viajar en Metrobús con chanclas y me pisaron 3 veces con fuerza suficiente para provocar una lesión, 6 para provocar dolor intenso y 25 más para provocar molestia y enfado. Sólo recorrí dos estaciones. Por su eficiencia teórica y su insuficiencia práctica, es el Top y Bottom 2.
1.Taxi Ecológico.
Mi favorito. Qué mejor que ayudar a la ecología del país convirtiendo los taxis amarillos y feos en "taxis ecológicos". Y qué mejor manera de engañar a la población que únicamente pintarlos de verde y decirles a todos que ya son, efectivamente y por esa sola razón, ecológicos. Bravo, número 1.
NUEVOS NEGOCIOS / taste-a-ticket
Los centros comerciales. Todos decimos que los odiamos y quizá, por algunos breves momentos, es verdad. Pero también es cierto que los amamos. En estas cosas sentimentales la lógica escapa de la argumentación y deja de operar. Podemos amar y odiar a la vez. Incluso puede ser más común que suceda eso a que sintamos el amor o el odio en estado puro.
Una chica guapa pasa junto a nosotros. Sonríe. Amamos los centros comerciales.
Un niño llora con los cachetes llenos de helado de fresa porque no quieren sacarlo de la carriola. Odiamos los centros comerciales.
Es un estatus sentimental menguante. Un bienestar malestar. Una contrariedad agotadora.
Y no creo que sea necesario ahondar en la descripción de la zona de comida rápida, el estarbucs, la tienda del fumador, el volanteo intenso, las colas del único cajero automático, las escaleras eléctricas con caramelo en el barandal, el rechinido de llantas en ese piso que sólo se usa para estacionamiento de plaza comercial, la acción de memorizar E4 NARANJA para encontrar el auto al final. En fin, repito, no hay por qué ahondar en eso.
Sólo se trajo a cuento la idea del centro comercial con ocasión de una ventana de oportunidad para hacer negocios que observé en mi última visita a uno de estos lugares. Puede ser un negocio furtivo y lo comentaré a continuación para que lo aprovechen las personas que son, a la vez, idiotas y emprendedores. Quizá debería comenzarlo yo para ganar mucho dinero, pero tengo otros planes más trascendentales para estas noches: me dejé largas las uñas de los pies y me voy a quitar una a una con un cúter, haciéndoles cortes al ras con figuras de montañas famosas para que, juntas las diez, luzcan como un paraje Nepalesco.
Cuando entramos al centro comercial en automóvil, oprimimos un botón y recibimos un boleto como este:
Después tenemos que serpentear por los ajustados y sinuosos recovecos hasta hallar un lugar vacío, preferentemente cerca de las escaleras eléctricas. Y ahí es donde comienza el problema. Nunca sabemos qué hacer con el boleto cuando llega la primera curva. La primera vez que entramos a un estacionamiento robotizado, seguramente nos sucedió esto:
El boleto sufrió daños irreversibles para los efectos de lectura electrónica. Hubo que hacer un trámite y pagar como boleto perdido. Carajo.
Entonces, desde la segunda vez que entramos a un estacionamiento de esta índole, decidimos actuar rápido y ponérnoslo así:
La primera vez que lo hice pensé que yo era el único, pero siempre veo pasar a otros conductores con el boleto en la boca. ¿El resultado? Boleto electrónicamente intacto, pero un gusto a composta que duró varios minutos y pellejos del labio desgarrados. Muy desagradable.
¿La solución? Hacer boletos confitados sabor chocolate. Ahí les dejo ya el arte para la publicidad. Róbenlo y hagan negocio. Pronto estaré publicando nuevas ideas para ayudar a que la gente empiece a hacer dinero sin necesidad de pensar cómo en esta nueva sección del blog.
Una chica guapa pasa junto a nosotros. Sonríe. Amamos los centros comerciales.
Un niño llora con los cachetes llenos de helado de fresa porque no quieren sacarlo de la carriola. Odiamos los centros comerciales.
Es un estatus sentimental menguante. Un bienestar malestar. Una contrariedad agotadora.
Y no creo que sea necesario ahondar en la descripción de la zona de comida rápida, el estarbucs, la tienda del fumador, el volanteo intenso, las colas del único cajero automático, las escaleras eléctricas con caramelo en el barandal, el rechinido de llantas en ese piso que sólo se usa para estacionamiento de plaza comercial, la acción de memorizar E4 NARANJA para encontrar el auto al final. En fin, repito, no hay por qué ahondar en eso.
Sólo se trajo a cuento la idea del centro comercial con ocasión de una ventana de oportunidad para hacer negocios que observé en mi última visita a uno de estos lugares. Puede ser un negocio furtivo y lo comentaré a continuación para que lo aprovechen las personas que son, a la vez, idiotas y emprendedores. Quizá debería comenzarlo yo para ganar mucho dinero, pero tengo otros planes más trascendentales para estas noches: me dejé largas las uñas de los pies y me voy a quitar una a una con un cúter, haciéndoles cortes al ras con figuras de montañas famosas para que, juntas las diez, luzcan como un paraje Nepalesco.
Cuando entramos al centro comercial en automóvil, oprimimos un botón y recibimos un boleto como este:
Después tenemos que serpentear por los ajustados y sinuosos recovecos hasta hallar un lugar vacío, preferentemente cerca de las escaleras eléctricas. Y ahí es donde comienza el problema. Nunca sabemos qué hacer con el boleto cuando llega la primera curva. La primera vez que entramos a un estacionamiento robotizado, seguramente nos sucedió esto:
El boleto sufrió daños irreversibles para los efectos de lectura electrónica. Hubo que hacer un trámite y pagar como boleto perdido. Carajo.
Entonces, desde la segunda vez que entramos a un estacionamiento de esta índole, decidimos actuar rápido y ponérnoslo así:
La primera vez que lo hice pensé que yo era el único, pero siempre veo pasar a otros conductores con el boleto en la boca. ¿El resultado? Boleto electrónicamente intacto, pero un gusto a composta que duró varios minutos y pellejos del labio desgarrados. Muy desagradable.
¿La solución? Hacer boletos confitados sabor chocolate. Ahí les dejo ya el arte para la publicidad. Róbenlo y hagan negocio. Pronto estaré publicando nuevas ideas para ayudar a que la gente empiece a hacer dinero sin necesidad de pensar cómo en esta nueva sección del blog.
Formas del horror:
productos condenados a quedarse en ideas
marzo 07, 2008
FOBIOSOFIA / una existencia longeva
Cosa extraña es el asceta. Todo el mundo lo sabe. Porque una cosa es considerar el cuerpo como un pedazo de carne que no está a la altura de las circunstancias y otra muy diferente es empeñarse en no concederle ni el mínimo capricho (aunque reflexionando un poco más sobre esto, el problema tal vez radique justamente en considerar las necesidades corporales como caprichos y no ya en la satisfacción).
Con un cuerpo como el que muchos de nosotros cargamos, coronado por su estandarte, el rostro, que frecuentemente es un artificio confeccionado con poco sentido de la estética, más nos vale admitir que se trata de la parte menos noble de nuestro ser. Sin embargo, oponerse a saciar sus necesidades no puede, bajo ninguna circunstancia, considerarse como una actividad sana.
Los ascetas existieron en muchas religiones, desde tiempos antes del tiempo. Hoy, una nutrióloga con postdoctorado en Harvard se escandalizaría al ver la dieta de estos sujetos. Y ya ni ahondar en otras actividades que van más allá de la ingestión.
Para vivir un vida sana, se nos dice en una avalancha de mensajes a través de múltiples medios, hay que hacer, al menos, la mayoría de las siguientes acitividades cotidianamente:
1. Dormir ocho horas.
2. Trabajar ocho horas.
3. Masticar más de 33 veces cada bocado.
4. Masajear las encías durante cinco minutos.
5. Cepillarse los dientes con una determinada orientación del cepillo según la pieza dental por determinados segundos.
6. Hacer media hora de ejercicio.
7. Relajar la mente durante 15 minutos de cada dos horas de trabajo.
8. Pasar tiempo de calidad con la familia, oscilando entre una y dos horas al día.
9. Mantenerse informado acerca de la situación de la comunidad, de la ciudad, del país y del mundo.
10. Leer al menos 30 minutos diarios.
11. Tomar dos litros de agua al día.
12. Cultivar las amistades.
13. Salir de viaje al menos una vez cada dos meses.
14. Comer frutas y verduras de cinco colores diferentes todos los días.
15. Cenar cereal con fibra para ir al baño varias veces al día, actividad que nos llevará en promedio cinco minutos en lo que respecta a la causa y veinte en lo que respecta al efecto.
Si sumamos el tiempo que nos llevaría realizar todas estas actividades, nos quedan aproximadamente veinte minutos para hacer lo que queramos.
Claro, siempre y cuando no sea:
1. Tomar café, licor o vino.
2. Comer tacos, tortas, enchiladas, hamburguesas, bife de chorizo, queso fundido, pan con mantequilla de cacahuate y mermelada ni nada que haga enojar al roñoso tracto digestivo.
3. Fumar tabaco, marihuana o haschis.
4. Jugar un partido de futbol, porque dura más de media hora.
5. Enviciarse con un juego de video.
6. Mantener relaciones sexuales u homosexuales con múltiples parejas.
7. Practicar un deporte extremo, como cortarse las uñas de los pies en la regadera.
8. Hacer algo que tenga que ver con la computadora, so pena de quedarse ciego.
9. Manejar un auto, quemar una pila de llantas, autistear bajo el chorro del agua o matar una foca y quitarle la piel para venderla, so pena de quedarse sin planeta.
Ciertamente, quien siga todas estas direcciones podría ser considerado como el asceta posmoderno, un pionero del new age, una persona sabia o, con suerte, un metrosexual destacado. Su vida, claramente, se alargará algunos años con respecto a la vida del róckstar sin seguro médico.
Y entonces me pregunto con verdadera curiosidad y no de forma meramente retórica, ¿quién desearía alargar una vida como esa?
marzo 06, 2008
HECHOENMEXICO / burla de la burla
FOBIOSOFIA / sobrecupo de sobrenombres
Nos parecemos tanto todos y eso nos parece tan insoportable, que buscamos ardientemente diferenciarnos unos de otros de muchas formas, incluso en los detalles aparentemente insignificantes.
Al final, cuando todos pensamos que ya somos diferentes de los demás, somos tantos los seres humanos y tan pocas las variables de cambio, que descubrimos -con un anonadamiento que se parece a la vergüenza- que volvimos otra vez a ser todos iguales. Ya lo dijo Kundera: hay más seres humanos que rostros y que gestos, es natural que los mismos rostros y los mismos gestos aparezcan en muchos seres humanos.
Platicando con Inés y con Chochos acerca de estos temas y de la supuesta individualidad que el "nickname" del messenger profiere a cada quien, dedujimos que una vez más, con el afán de diferenciarnos, todos volvemos a poner los mismos sobrenombres, que se pueden reducir a los siguientes tipos:
1. El nickname que presume un viaje cercano: "Cancún, ahí te voy", "Brazil, almost there", "2 días para París".
2. El nickname que presume un viaje en curso: "Juan con Buenos Aires", "Rosa catalana".
3. El nickname con pensamientos profundos: "Todo lo que somos es el resultado de nuestros pensamientos", "Sufre menos el que siempre espera que el que nunca esperó a nadie".
4. El nickname aviso oportuno: "Vendo boletos para Coachella", "Vendo Golf GTI 98".
5. El nickname que sólo está dirigido a una persona: "Gracias, mi amooooor", "1/27 de mi vida contigo".
6. El nickname que dé pie a platicar: "No tengo vestido", "damnificado", "volví a nacer".
7. El nickname que demuestra habilidades políglotas: "We are the true believers", "voici madame et monsieur gobert", "nach München".
8. El nickname que nos da un status quo: "Sueñoooo", "De hueva", "en la pendeja total".
9. El nickname de chiste malo: "Vamos a hacer magia, yo pongo la varita y tú el conejo".
10. El nickname actualizable: "El Santo... está contento; El santo... busca novia", "jm vs. la cruda; jm vs. los lunes".
11. El nickname busca amigos: "Peda hoy @ Orizaba 35", "mi nuevo cel es 044 55..."
Por más individualidad que se pretenda lograr con un nickname, lo más que se puede lograr es formar parte de una colectividad más reducida, pero nunca individual. Tal vez hay más personas que nicknames.
P.D. Todos los nicknames mencionados en esta entrada son reales, sólo se han cambiado algunos nombres, lugares y gentilicios.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)