diciembre 22, 2007
diciembre 19, 2007
CRÓNICAS ANALÓGICAS / the blue pill
Ana salió una tarde de compras. Se sentía rara, como perseguida. Decir que iba de compras es una licencia del narrador, en realidad sólo iba a hacer una compra, pero siempre se usa la frase "salir de compras" y no quiero ser un aguafiestas.
Iba a la farmacia a comprar píldoras para el dolor de garganta, por cuanto había estado muy nerviosa y carraspera, sobre todo por las noches, con cualquiera que se le cruzara al paso. El mal humor no era la causa de su dolor de garganta, más bien era el efecto, pero, como toda enfermedad que valga la pena, se convirtió en un círculo vicioso que confabula contra el orden natural, confundiendo causa con efecto y viceversa. Bueno, claro que viceversa, porque cuando se confunde de un lado se confunde también del otro.
Antes de llegar a la farmacia, fue abordada por un señor que le ofreció, qué casualidad, píldoras. Pero estas píldoras no eran para aliviar la garganta ni el mal humor. Eran dos píldoras, un roja y una azul. Ana preguntó por el precio, cosa bastante extraña, porque noventa y nueve de cada cien personas hubiera preguntado primero para qué sirven las píldoras antes de preguntar por su precio. Y es lógico: si no tienes idea de lo que te están ofreciendo, ¿cómo vas a poder juzgar si el precio en el que te lo están ofreciendo es justo? Pero Ana no quería juzgar si era justo su precio, únicamente sintió una exagerada curiosidad por saberlo. Le pasaba a menudo con cosas como esta. En fin, no era extraño que Ana fuera ese uno de cien que no hace determinada cosa.
Las píldoras costaban 500 pesos, pero sólo se podía elegir una. De cualquier forma, si no se sabe para qué son, ¿quién va a querer dos?
Casi cualquiera que haya visto Mátrix ha podido adivinar de qué se trata. Y digo casi porque Ana había visto la película antes, pero había tomado por equivocación una píldora azul al salir del cine y lo había olvidado.
El hombre habló al fin y le explicó de qué se trataba. Los quinientos pesos cobraban sentido. Una pastilla para olvidar a ese precio es una ganga: si no creen a este narrador, pregúntenle a cualquiera que haya estado en presencia de Elba Esther Gordillo lo que hubiera pagado por olvidar.
Ana compró la píldora porque estaba segura de que, tanto el dolor de garganta como el mal humor, eran fruto de su mente. Pensó que si lo olvidaba, quedaría curada.
Antes de dormir se tomó la píldora azul prometiéndose a sí misma no volver a jugar así con su cerebro nunca más, sabiendo también que olvidaría esa promesa. Y es que un dolor de garganta puede hacer que la gente haga cosas que en situaciones normales no haría jamás.
A la mañana siguiente Ana salió de casa. Iba de compras. Iba a la farmacia. Su dolor de garganta no cedió porque no era una cuestión mental. Antes de llegar, se encontró con un señor que le ofreció una de dos píldoras. Ana preguntó por el precio de las píldoras.
Dos meses después, el señor que vendía píldoras se había vuelto millonario y Ana se había quedado pobre.
diciembre 18, 2007
ludofilia / el soundtrack de tu vida
Todos los días hacemos infinidad de cosas que se resbalan hacia el oblivion. La mayoría de los actos de nuestras vidas tienen ese justo destino, si no es que nuestra vida entera. No obstante, algunos actos aparecerían con justicia en nuestra biografía -si alguien se animara a escribirla- o en una película sobre nosotros. Si hubiera un director de cine con tanto dinero y tan pocas cosas que hacer como para interesarse en el tema, seguramente acudiría a nosotros para darse una idea de cómo musicalizar las escenas clave. Pongamos pausa un momento y saltemos a otro tema:
El azar, que rige nuestros actos más frecuentemente que nuestra voluntad.
Es justamente en reconocimiento a su ardua tarea que alguien inventó este juego sin finalidad (como todos los juegos). Consiste en conectarse al iPod o a cualquier otro aparato con acceso a nuestra música, activar la opción de "orden aleatorio" y conectar la canción que suene con el momento de la película que corresponda. Es decir, ponle "play" y anota la rola en la primera escena; oprimer "next" y anota la rola en la segunda escena; y así sucesivamente.
A continuación publico el resultado del juego cuando yo lo preactiqué. Cópialo y pégalo en un comentario a esta entrada del blog (obviamente si quieres). Haz lo mismo con tu reproductor musical y anota las canciones que te salieron. Divirtámonos todos con esta estupidez.
NACIMIENTO - 6 Underground / Sneaker Pimps
PRIMER MADRAZO - Dandelion / The Rolling Stones
PRIMER DÍA DE CLASES - This month / Cansei de Ser Sexy
PRIMER BESO - How can you be sure / Radiohead
PRIMERA PELEA - Sinner man / Nina Simone
PRIMERA GRAN DECEPCIÓN AMOROSA - Another brick in the wall / Pink Floyd
PRIMER ENFRENTAMIENTO CON LA MUERTE - 1970 / The Stooges
PRIMERA VEZ QUE TUVE SEXO - New Dawn Fades / Joy Division
ESCENA DE BODA - Sister, do you know my name? / White Stripes
MUERTE DE ALGUIEN CERCANO - This wheel's on fire / Siouxie and the Banshees
ESCENA DE TRIUNFO - Push / The Cure
ESCENA DE MUERTE - Live in sunshine / The Rapture
Curioso:
a) Que en la escena de mi nacimiento aparezca una canción que hace referencia a la muerte y que en la escena de mi muerte aparezca una canción que hace referencia a la vida.
b) Que desde mi primer beso, la película ya da a entender que nunca he estado seguro de nada.
c) Que en la escena de mi boda suene una canción que hace referencia a una mujer que no me conoce.
diciembre 12, 2007
FOBIOSOFIA / la ilusión de la seguridad
Te subes al avión. De inmediato comienzan las medidas de seguridad. Dos edecanes maquilladas en exceso te explican algo que tú ya sabes. Lo hacen dos veces, una en inglés -si a esa serie de balbuceos inconexos se le puede llamar así- y una en español. Creen que uno, además de monolingüe, es idiota, y por eso repiten los gestos también: una vez en español, otra en inglés.
Las chicas nos avisan que los letreros que señalan las salidas de emergencia permanecerán encendidos durante todo el recorrido, para que, en caso de que nos sintamos mareados y necesitemos salir con velocidad del avión a medio vuelo, sepamos por dónde hay que ir. O quizá por si se incendia la alfombra del pasillo y comienza a ser imprudente quedarse ahí dentro respirando humo.
Se nos indica que los asientos en los que pusimos el culo son, además de sillas, flotadores. Entonces nos sentimos mucho más tranquilos, porque si el avión que viaja a 30 mil pies de pronto pierde un motor y cae sobre el océano, lo más importante es que nuestro cadáver sepa de qué se tiene que agarrar para que el departamento forense lo encuentre flotando cuando se haga el recuento de los daños.
Entonces llega el momento de las mascarillas. Cuando las veas salir de verdad enmedio de un vuelo, te sugiero que obligues a que tu mente proyecte toda tu vida frente a tus ojos, porque estoy casi seguro de que no lo hace sola justo antes de morir, como comúnmente se cree. Y es comprensible que aparezcan cuando el avión se está cayendo: ya lo dijo Tyler, "el oxígeno te pone a volar; cuando estás a punto de morir, comienzas a tomar grandes bocanadas provocadas por el pánico. Te drogas, te pones dócil, aceptas tu destino".
En caso de que el avión esté a punto de estrellarse, lo mejor es colocarse en posición de choque. Esto es, colocar la cabeza entre las rodillas -como si alguien, además de Nadia Komanechi pudiera lograrlo- y abrazar ambas piernas contra el pecho. Y pienso: si esa posición fuera a evitar que nos lastimemos, ¿no sería mejor poner un verdadero cinturón de seguridad en los asientos en lugar de ese remedo que todo el mundo usa muy aflojado? Me parece que los fabricantes de aviones saben que cuando una de sus aeronaves se estrella, los pasajeros están perdidos. ¿Para qué invertir en cinturones de seguridad de tres o cinco puntos si, de todas formas, no salvarán vidas? Y también me parece que tienen razón cuando piensan así.
Todo esto lo sabe todo el mundo. Y también sabemos que el personaje que viene manejando el avión es un ebrio que, si bien le fue, durmió apenas media hora, empiernado, entre vasos de whisky, senos caídos y olor a uniforme de poliester planchado sin lavarse.
En fin. Iluso e imbécil sería el que supusiera que volar por los aires a 1000 kilómetros por hora, encima de las nubes, en una casa con alas movida por dos pequeños motores, no es peligroso. Lo único que molesta es que las compañías crean que somos tan ignorantes como para creer que sus instrucciones de seguridad nos salvarán la vida en caso de accidente.
Después de todo esto, sé que seguiremos enderezando nuestros asientos, subiendo las mesas de servicio, apagando nuestro iPod y abriendo las cortinillas cada vez que despeguemos o aterricemos en un avión. Y lo seguiremos haciendo aunque no tengamos puta idea de por qué lo hacemos, aunque sepamos que cualquiera que sea la razón debe ser una leyenda urbana. Pero es que cuando una mujer con uniforme se pone seria y nos pide las cosas sin decir "por favor", es evidente que tenemos que obedecerle.
diciembre 04, 2007
FOBIOSOFIA / vender humo
Desafortunadamente, en la actualidad, los empleos en los que más se gana dinero tienen una premisa fundamental sobre la cual operan: Hacer que lo casual parezca causal y viceversa.
Así, el diagrama de flujo de cualquier empresa podría reducirse a lo siguiente:
a) Pasó X.
b) ¿Lo que pasó fue casualidad?
b.1) Sí.
b.2) No.
b.1) ¿Esa casualidad terminó siendo benéfica para tu cliente?
b.1.1) Sí.
b.1.2) No.
b.2) ¿Esa acción realizada con conocimiento de causa fue benéfica para tu cliente?
b.2.1) Sí.
b.2.2) No.
Una vez determinados la causa y el efecto de lo que pasó, el paso siguiente es:
b.1.1) Un acto casual que fue benéfico para tu cliente. Lo que hay que hacer es buscar una justificación a posteriori y presentarla a tu cliente como si la hubieras desarrollado a priori. De esa forma, lo engañarás haciéndole creer que todo sucedió gracias a ti.
b.1.2) Un acto casual que perjudicó a tu cliente. Lo que hay que hacer es deslindarse cuanto antes demostrando, mediante una apología, cómo hubiera sido verdaderamente imposible prever la situación. Eso sí, prométele que, en adelante, ya estarás preparado para una eventualidad de ese tipo. La seriedad seguirá rigiendo, tu reputación quedará intacta.
b.2.1) Un acto planeado por ti que resultó benéfico para tu cliente. Lo que hay que hacer es, simplemente, presumirlo.
b.2.2) Un acto planeado por ti que resultó perjudicial para tu cliente. Lo que hay que hacer inmediatamente es deslindarse de la responsabilidad, demostrando cómo lo sucedido ha sido fruto del azar y no de tu actuar irresponsable.
Bajo este paradigmático esquema, el éxito dependerá únicamente de tu habilidad para argumentar y no ya de tu habilidad para hacer las cosas que se supone debe hacer un empleado como tú o una empresa como la tuya.
Y es así, amigos, como nace un nuevo tipo de comerciante: el vendedor de humo.
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