Un tiempo se sintió rara porque vio su nombre en el espejo y descubrió que se leía tan bien al revés como cuando se leía al derecho. Otro día se sintió rara porque no pudo dejar de sentir su dedo meñique durante varias horas consecutivas. Era una razón o la otra. Se sentía rara tantas veces, que decidió que lo raro era sentirse normal.
Así de rara era Ana.
Pero ese día se despertó pensando que ya no podía estar sin levantarse de la cama. Inmediatamente después reparó en que hubiera sido más normal pensar "me tengo que levantar". Durante todo ese día, estuvo hablando y razonando con frases que incluían una doble negación, en lugar de hablar, como lo hace la gente normal, con simples afirmaciones.
Se le hacía tarde y pensó que no podía no llegar a tiempo a trabajar. Otra vez. Durante el transcurso del día profirió un sinfín de frases como las que aparecen aquí abajo:
1. ¿No que no me dejabas pasar con el coche, cabrón?
2. ¡Ya te dije que no soy impuntual!
3. No me digas que no hay café.
4. No he podido comer nada.
5. No puede ser que no me dejen trabajar una hora sin interrumpirme.
6. Cómo no. (Esta fue una respuesta a la pregunta ¿no quieres una mordidita de mi quesadilla?).
7. ¿No te dije que no me llames a la oficina?
Al final del día, cuando se iba a casa, le llamaron para recordarle que estaba invitada a una fiesta. Se dijo: "estoy muy cansada, no puedo no irme a dormir ahorita". Entonces su interlocutor le dijo: "no puede ser que no vengas a la fiesta".
Estoy curada, pensó, y lo pensó en afirmativo. Yo no soy la única que no habla en positivo. Después de todo, no es tan raro decir dos veces no en lugar de sí. Mucho menos cuando vives en México.
noviembre 19, 2007
BREVES / mi amigo el CAT
- Oye, el otro día pregunté por el CAT.
- ¿Y? ¿Qué te dijeron?
- Que bien, que le está yendo muy bien, que gracias por preguntar.
- ¿Y? ¿Qué te dijeron?
- Que bien, que le está yendo muy bien, que gracias por preguntar.
noviembre 10, 2007
FOBIOSOFIA / 4 razones para desconfiar de la RALE
La Real Academia de la Lengua. Entidad fantástica. Fantasmagórica. Todos hablamos de ella, casi nadie sabe nada de ella, de sus orígenes, de su conformación, de sus inicios ni de sus dirgentes. Sin embargo, todos la obedecemos con la cabeza baja e incluso la utilizamos para demostrar casos, callar bocas y construir eruditos.
La Real Academia de la Lengua Española tiene sucursales en todos los países que fueron colonizados por España. México, por ejemplo, durante la larga noche de los quinientos años. Pero simplemente hay países en donde parece que no encaja, que su existencia no es pertinente. Y es que si las leyes de sintaxis, gramática y ortografía que profiere son locales, es decir, varían según la región, quiza ya no debería llamarse "de la lengua española".
Otras cuatro razones por las que debieramos desconfiar de su poder son:
a) Su nombre, que levanta polémicas: aquí no es "real". Y no porque no exista, sino porque no manejamos el concepto de realeza desde que, oh casualidad, los conquistadores se fueron de aquí.
b) Sus decisiones erradas, como la de aceptar el uso de las palabras y modismos "influenciar", "güey", "pasar desapercibido", entre otras.
c) Porque su funcionamiento se complica al seguir un sistema de acción paradójico. La Real Academia toma en cuenta, para dictar leyes, el uso que tiene la gente del idioma. Sin embargo, rige el uso que debe tener la gente del idioma a partir de las leyes que dicta. ¿En qué momento se pasa de un estagio a otro?
d) Porque aceptó como palabra la voz "PyMES", que, de entrada, se escribe con mayúsculas y minúsculas intercaladas. Carajo. Además, es un acróstico del sustantivo compuesto "Pequeñas y Medianas Empresas". La "S" de este acróstico es desconcertante. Que la palabra termine con "S" significa, ni más ni menos, que se trata de un sustantivo con plural típico. Esto quiere decir que no estamos hablando de siglas, sino de un sustantivo. ¡Por dios! Un sustantivo insustentable, por cuanto no existe ninguna realidad a que refiera. En efecto, hay pequeñas empresas y hay medianas empresas. Lo que no hay son "Pequeñas y Medianas Empresas". O son pequeñas o son medianas. Hablamos de adjetivos excluyentes que, además, no tendrían que ir en mayúsculas a menos que se tratara de siglas. Y ya vimos que no es así. La solución, me parece, debería ser que la palabra no tuviera plural, para mantener su estatus de siglas y que, además, fuera POME. Así, puras mayúsculas, con "o" y en singular. Vg. "Las POME están creciendo mucho en México".
Con errores tan infantiles, un nombre tan excéntrico y una legislación tan endeble, quizá deberíamos afiliarnos a otra academia, en el sentido platónico del término, con clases públicas y discusiones abiertas, que fuera, además, mexicana. Gran Academia de la Lengua Mexicana.
La Real Academia de la Lengua Española tiene sucursales en todos los países que fueron colonizados por España. México, por ejemplo, durante la larga noche de los quinientos años. Pero simplemente hay países en donde parece que no encaja, que su existencia no es pertinente. Y es que si las leyes de sintaxis, gramática y ortografía que profiere son locales, es decir, varían según la región, quiza ya no debería llamarse "de la lengua española".
Otras cuatro razones por las que debieramos desconfiar de su poder son:
a) Su nombre, que levanta polémicas: aquí no es "real". Y no porque no exista, sino porque no manejamos el concepto de realeza desde que, oh casualidad, los conquistadores se fueron de aquí.
b) Sus decisiones erradas, como la de aceptar el uso de las palabras y modismos "influenciar", "güey", "pasar desapercibido", entre otras.
c) Porque su funcionamiento se complica al seguir un sistema de acción paradójico. La Real Academia toma en cuenta, para dictar leyes, el uso que tiene la gente del idioma. Sin embargo, rige el uso que debe tener la gente del idioma a partir de las leyes que dicta. ¿En qué momento se pasa de un estagio a otro?
d) Porque aceptó como palabra la voz "PyMES", que, de entrada, se escribe con mayúsculas y minúsculas intercaladas. Carajo. Además, es un acróstico del sustantivo compuesto "Pequeñas y Medianas Empresas". La "S" de este acróstico es desconcertante. Que la palabra termine con "S" significa, ni más ni menos, que se trata de un sustantivo con plural típico. Esto quiere decir que no estamos hablando de siglas, sino de un sustantivo. ¡Por dios! Un sustantivo insustentable, por cuanto no existe ninguna realidad a que refiera. En efecto, hay pequeñas empresas y hay medianas empresas. Lo que no hay son "Pequeñas y Medianas Empresas". O son pequeñas o son medianas. Hablamos de adjetivos excluyentes que, además, no tendrían que ir en mayúsculas a menos que se tratara de siglas. Y ya vimos que no es así. La solución, me parece, debería ser que la palabra no tuviera plural, para mantener su estatus de siglas y que, además, fuera POME. Así, puras mayúsculas, con "o" y en singular. Vg. "Las POME están creciendo mucho en México".
Con errores tan infantiles, un nombre tan excéntrico y una legislación tan endeble, quizá deberíamos afiliarnos a otra academia, en el sentido platónico del término, con clases públicas y discusiones abiertas, que fuera, además, mexicana. Gran Academia de la Lengua Mexicana.
noviembre 01, 2007
FOBIOSOFIA / preguntas fundamentales
Desde tiempos que no eran los nuestros, se ha reflexionado sobre el ser humano con mucha, poca, suficiente o excesiva profundidad. Luego de 2500 años de filosofía ortodoxa, se suele resumir la inquisición sobre el hombre en unas cuantas preguntas fundamentales. Ahora las enlisto:
1. ¿Quién soy?
2. ¿De dónde vengo?
3. ¿A dónde voy?
Toda filosofía que se pavonee exhibiendo coherencia y seriedad, parte de alguna u otra manera de una, de dos o de estas tres preguntas. Hay infinidad de preguntas subsecuentes que han surgido y se han respondido de millones de formas. Cada respuesta, a su vez, ha generado otras preguntas de carácter similar o dispar. Todas, sin duda, interesantes, porque todas las cuestiones lo son hasta que se encuentra una respuesta. Y, quizá sobra decirlo, nunca se halla una que sea definitiva.
Sin embargo, corriendo el riesgo de sonar soberbio, me parece que muchas veces se soslayan tres preguntas igualmente fundamentales:
4. ¿Cómo me voy?
5. ¿A qué hora me voy?
6. Esta quizá la más importante: ¿Alguien va a pasar por mí?
El último trío de preguntas puede ser tomado a la ligera con facilidad, pero yo creo firmemente que no deberíamos hacerlo. En su vientre llevan semilla de verdad, como las primeras tres. Además, puedo decirlo con conocimiento de causa, las 6 pueden plantearse cuando uno llega a un bar después de ingerir arriba de 9 cubas. No estoy seguro, sin embargo, si hacerlo les añade o les sustrae trascendencia.
1. ¿Quién soy?
2. ¿De dónde vengo?
3. ¿A dónde voy?
Toda filosofía que se pavonee exhibiendo coherencia y seriedad, parte de alguna u otra manera de una, de dos o de estas tres preguntas. Hay infinidad de preguntas subsecuentes que han surgido y se han respondido de millones de formas. Cada respuesta, a su vez, ha generado otras preguntas de carácter similar o dispar. Todas, sin duda, interesantes, porque todas las cuestiones lo son hasta que se encuentra una respuesta. Y, quizá sobra decirlo, nunca se halla una que sea definitiva.
Sin embargo, corriendo el riesgo de sonar soberbio, me parece que muchas veces se soslayan tres preguntas igualmente fundamentales:
4. ¿Cómo me voy?
5. ¿A qué hora me voy?
6. Esta quizá la más importante: ¿Alguien va a pasar por mí?
El último trío de preguntas puede ser tomado a la ligera con facilidad, pero yo creo firmemente que no deberíamos hacerlo. En su vientre llevan semilla de verdad, como las primeras tres. Además, puedo decirlo con conocimiento de causa, las 6 pueden plantearse cuando uno llega a un bar después de ingerir arriba de 9 cubas. No estoy seguro, sin embargo, si hacerlo les añade o les sustrae trascendencia.
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