Espirales que recorre la vida. Quizá se deba a que la curva de entretenimiento del ser humano es tan larga y pronunciada que termina rápidamente convirtiéndose en un círculo. Quizá porque la palabra volver nos gusta más que la palabra avanzar. Tal vez la vida, como dijo el extranjero de Big Lebowski, está condenada a repetirse: “that’s the way the whole durned human comedy keeps perpetuating itself”.
Primero fue George Lucas® creando una de las sagas más imponentes en la historia del cine mundial: Star Wars®. Velozmente dejó de ser una simple producción cinematográfica para convertirse en una franquicia de incalculable valor comercial, una marca, un culto y, en nuestros días, incluso logrando aquirir algunos aspectos característicos de religión. ¿Qué es Lord Vader® sino una poderosa y terrible criatura divina? ¿Qué los storm troopers sino monaguillos? Naves espaciales, planetas moribundos y monstruos parecidos a Ronaldinho® arropan esta novela de caballería que sucedió a millones de años luz y que, de alguna forma ignota, llegó hasta nuestras pantallas de cine en inglés.
En fin. Un éxito, aplausos, premios, lágrimas. Marcó a toda una generación, sí, sí, sí. ‘¿Y ahora qué?’ dijeron los empresarios… Pues hagamos todo lo que se pueda hacer con la imagen de Star Wars® y vendámoslo a precios estúpidos (por elevados, claro) a los feligreses de Lucas (la cosa sigue teniendo forma de religión, como lo vemos).
Todo tipo de mercancía llegó a las manos de los ‘niños’ del mundo. Licencias se repartieron aquí y allá. Todo tenía la imagen de Han Solo®, de la princesa Leia®… Entonces los creadores de Lego® decidieron lanzar al mercado su versión de Star Wars®. Se veía así:
Fue un éxito la mezcla del concepto Lego® con el de Star Wars®, pero el producto no era la gallina de los huevos de oro® ni el jarrito mágico®. Necesitaban algo nuevo antes de que las exesposas® de los presidentes de estas dos empresas se terminaran de nuevo el dinero de los empleados. Familias enteras corrían el peligro de quedarse con 6 Ferrari® en lugar de 9. ¿Qué hacemos?, pensaron al unísono.
El obvio paso siguiente fue hacer un videojuego. No ya de Star Wars®, que hay muchos, sino de Lego® Star Wars®. Se abarcaron nuevos mercados: los jóvenes atrapados entre la niñez y la adultez no juegan con Lego®, sino con videojuegos. Éste fue el resultado. Un videojuego basado en un juguete basado en una película:
Pero el hambre por dinero continuó. ¿Qué sigue? ¡Llevar el videojuego a la vida real! Entonces surgió “Lego® Star Wars® The videogame® The Ride®”. Una atracción de feria basada en un videojuego basado en un juguete basado en una película. Cósmico, ¿eh?
Pero el equipo de investigación de este blog siempre está un paso adelante. Borgeanos de reconocida trayectoria en los estudios sobre el infinito y sus posibilidades se han adelantado al equipo de márquetin de George Lucas. Presentamos “Lego Star Wars The videogame The ride the movie”, que para efectos de Copyright en lenguaje algebraico se enuncia así: (((((Lego®) ((((Star Wars®)®) (((The Videogame®)®)® ((The Ride®)®)®)® (The Movie®)®)®)®)®. Una interesante película en la que un niño pone en peligro su vida al descarrilar accidentalmente el carrito en el que paseaba por un juego mecánico en la escena final de un videojuego que muestra a un juguete pelear contra la imagen de una pantalla de cine que muestra la escena final de El Imperio Contraataca:
El equipo encargado del desarrollo de productos en la compañía Lego® trabaja ya en una versión de juguete con la imagen de esta novedosa película.
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