febrero 14, 2008

FOBIOSOFIA / los pasatiempos


No me gusta hablar de complots. Mucho menos del obvio complot de las corporaciones para apoderarse del mundo o, mejor dicho, para apoderarse de todo lo valioso del mundo y desdeñar lo que, para ellos, no lo es.

Y no me gusta hablar de ello porque temo sonar tan estúpido como Olallo Rubio en su documental sobre... sobre... Bueno, en su amontonamiento de imágenes ese.

Sin embargo, he estado rondando la idea de que los llamados hobbies o pasatiempos son, evidentemente, una forma que tiene el Estado y las corporaciones, si ambas cosas no son lo mismo, de subyugar y dirigir el destino de los hombres de todas las edades y épocas hacia la esclavitud permanente y lucrativa.

Las sagradas escrituras hablan de una necesidad intrínseca del ser humano que consiste en trabajar durante gran parte de su vida. Las constituciones de los países acotaron esta necesidad, por temor a una revolución definitiva y apoteósica, a solamente 8 horas diarias.

Con esto, habrá pensado el que mueve los hilos, mantendremos a los hombres ocupados durante las horas del día en que el cerebro prefiere trabajar. Dejémosle libre unas horas por la mañana y otras por la noche, cuando el cerebro está en el estado surrealista de la semivigilia. Y dejémosle libre también de 2 a 4 de la tarde, cuando el estómago interrumpe con sus quejidos la actividad cerebral.

Con lo que no contaban los titiriteros es con que hay personas que no trabajan 8 horas al día, no salen a comer otras 2 y no duermen otras 8. Por supuesto tampoco contaban con que esas personas suelen ser las mismas que no ven televisión durante las 6 horas restantes.

Entonces, pensaron ellos que sí tienen tiempo para hacerlo, hay que inventar algo que mantenga ocupadas a las personas durante esas horas libres, para que no reflexionen en la profunda injusticia que significa que unos rijan y otros trabajen, y que los frutos de ambas actividades se repartan desequilibradamente y en sentido inverso al que deberían.

Fue entonces cuando nació la idea de crear un pasatiempo. La sola palabra indigna. Insinúa que nos sobra el tiempo, cuando en realidad siempre nos falta. Y de esa idea nació también, quizá, el tae kwon do, el repujado, el boliche, la literatura y los blogs. Todo en su respectivo momento.

Entonces vemos a una viejita con dos agujas haciendo una bufanda y nos preguntamos en qué carajos está pensando. Si en lugar de preguntarnos a nosotros mismos, le preguntáramos a ella, seguramente escucharíamos la respuesta "en nada". Y realmente está pensando en nada. Está huyendo de pensar. Lo mismo que el quinceañero frente a la pantalla del Gran Theft Auto. Lo mismo que el guitarrista que no vive de tocar y lo mismo que todos los que asisten a las canchas de futbol rápido.

Si esa viejita no estuviera tejiendo una bufanda, probablemente estaría pensando en cómo se le fue la vida y estaría muy enojada. Probablemente estaría pensando en cómo conseguir una escopeta para dispararle a todos aquellos que hicieron que se le pasara la vida así. El gobernador, el presidente, el director general, duermen tranquilos con los pies arriba de su escritorio cuando la señora teje. Esa bufanda que regalará a su nieto el 24 de diciembre y que su nieto recibirá mintiendo, diciendo que le gustó y que irá a para por decenas de años a un cajón, representa probablemente la "estabilidad" del municipio, del país, del mundo.

Por eso, cuando veo a mi abuela con las agujas en la mano mirando al techo, tiemblo de miedo y al mismo tiempo de alegría. Espero con una sonrisa nerviosa el momento en que salga de su casa y compre un rifle de caza, decidida a terminar con una opresión que trasciende por mucho el ámbito político y atañe tristemente a todos los otros aspectos de la vida. Una opresión directa a la libertad en su estado más puro. A la libertad de pensar.

3 comentarios:

Jorge Sosa dijo...

¿Estás llamando a una revuelta que destruya y arroje al mar los restos de todo el ganchillo del mundo? ¡Eso!

Pedro Camacho dijo...

Quizá la solución sea poner a tu abuela a tejer bufandas para los complotantes... Con un poco de suerte y conociendo la escasa habilidad de tu abuela para tejer, se morirán de la impresión al recibir los obsequios...

chicadada dijo...

jajajaj esto me recordó a mi abuela, ella usaba el tejido como pretexto para ver las "comedias", pobres de nosotros si tapábamos aunque fuera por segundos la televisión por q las agujas volaban por los aires jajajajaj recuerdo que jugábamos a esquivarlas jajajaja que risaaaa, mmmmm...que mal que estaba huyendo de pensar, pero que bien que su mente estaba en "la nada" si no estoy segura de que no hubiéramos pasado de la primaria