febrero 17, 2009

Mega beso

Los elegantes comienzan siempre sus historias con una cita:

"Las autoridades capitalinas debieron esperar dos horas para poder reunir a las personas suficientes que romperían el Record Guiness de mayor número de personas besándose de manera simultánea.

"Por lo menos 39 mil 897 personas rebasaron el récord que tenía la ciudad de Londres, Inglaterra, dijo Carlos Martínez, certificador del Récord Guiness."


Sí, apreciable lector. El estúpidamente sensual Distrito Federal, la capital del cachondeo jarioso, ahora tiene una marca mundial que nos envidiará París, Sodoma, Gomorra y la zona roja de Ámsterdam.

39,897 personas besándose al mismo tiempo. ¿Se imagina usted cuántas parejas tienen que besarse para...

Un momento...

¡No es un número par!

Señores. Estoy anonadado.

Un número impar de personas han roto el récord de más personas besándose al mismo tiempo. Esto sólo tiene 3 posibles explicaciones:

a) Que una de las personas presentes en el Zócalo en ese momento tuviera dos bocas y decidiera ir sola a participar. Es decir, que se besara a sí misma.



b) Que una persona estuviera besando a alguien tan feo que, después de un análisis cuidadoso y un escrupuloso peritaje, fuera imposible determinar si realmente se trataba de una persona o no.



c) Que el Sr. Guiness tenga graves dificultades para contar con exactitud. Sin importar la razón.



Bueno, sea como sea, el récord en nuestro.

febrero 13, 2009

Pequeñas grandes contradicciones

En algún momento del siglo pasado, debió haber tenido lugar alguna conversación entre un señor y un esclavo que comenzara de la siguiente manera:

- ¡Oye, imbécil!
- Sí, mi señor, dígame...

Lo que no sabía el señor era que, siguiendo una dialéctica de progreso al estilo marxista (aunque de manera muy velada), el esclavo se estaba rebelando y volteando la suerte. Al decir "mi señor", el esclavo se convirtió, desde el punto de vista semántico, en dueño del señor.

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Por otra parte, y volviendo a la época actual, en un esmeradísimo afán por convertirse en una oficina pública ejemplar y punta de lanza, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (a través de su división del Sistema de Administración Tributaria -¡qué nombre tan colonial!), me pidió mediante un "e-mail" que "me actualice". De hecho no me lo pidió, me lo ordenó con signos de admiración. Pero lo que más me gustó fue que justo después de hacerlo, presume su slogan que, increíblemente, sigue siendo el de 2008.




Querido SAT, ¡Actualízate tú, pendejo!